En la Capital mundial del turismo religioso encontramos tantas iglesias que se pierde la cuenta, y esta iglesia que está ubicada al inicio de la Via Condotti, se puede ver la fachada cóncava desde la Via del Corso, así que no hay perdida.
La iglesia que inició su construcción en 1741, a principios del siglo XVIII enviaron desde Perú, el arzobispo Fray Diego Morzillo, dinero para la construcción de una iglesia, convento.
Una pequeña pero bellísima iglesia que si está abierta un paso de 5 minutos valdrá para disfrutarla.
“El techo abovedado está dividido en ocho segmentos de nervios radiales en cuyo óvalo central, rodeado de un marco dorado decorado con cuatro cabezas de querubines obra de Pietro Pacilli, representa una alegoría de “La misión de la Orden Trinitaria” pintada en 1748 por Gregorio Giuglielmi”

Es una iglesia oculta o mejor dicho que se ve apocada por las tiendas de marcas famosas, por la cantidad de personas en la calle que no perciben su presencia.