Calles, Iglesias, museos, fuentes y obeliscos nos llenan las calles de Roma, pero también grandes palacios que pertenecieron a importantes y destacadas familias, que el día de hoy contienen grandes obras de arte en espectaculares salas, de esas que nos permiten soñar a las románticas como si estuviéramos en un baile con orquesta y voluptuosos vestidos.

Este Palacio barroco del siglo XVIII nos recibe con un jardín frontal fascinante, que debo confesar me senti como en casa por la familiaridad de pasar, caminar, sentarnos y disfrutar de una tarde de lectura, de un descanso de charla o simplemente de tomar un poco de agua antes o después del recorrido.
Este palacio es el que aparece en la película “Vacaciones en Roma” de donde se escapa Audrey Hepburn.
El palacio fue ordenado por Maffeo Barberini que luego de ser nombrado Papa Urbano VIII en 1623, en plena época barroca, y así los trabajos comenzaron en 1625 a cargo de Carlo Maderno un arquitecto de gran fama de la época que había realizado la fachada de San Pedro, este encargo lo realizó con ayuda de su sobrino Francesco Borromini, al morir Maderno llamaron al gran Bernini quien finalizó en 1633 los trabajos y conformando así un equipo de los tres grandes artistas del momento.


Una nota muy curiosa son las abejas que encontramos en muchísimos monumentos y edificios a lo largo y ancho de Roma, El papa Urbano VIII había pensado en dejar su nombre y, sobre todo, su apellido a la posteridad como príncipes de Roma: los Barberini, y las abejas son el simbolo de su familia, cuando vean una abeja recuerden que por ahí algo tuvieron que ver Los Barberini, como por ejemplo en el Baldaquino de la Basilica de San Pedro.
Las obras que forman parte de esta sede fueron donadas por prestigiosas familias romanas, destacando Rafael, Caravaggio, el Greco, entre otros… un palacio lleno de colores, movimientos, de grandes detalles espectaculares.


Y bien empecemos el giro, que lo haré con dos esculturas por así llamarlas que forman parte de la arquitectura de este Palacio, la escalera cuadrada de Bernini con la que llegamos al segundo piso de la muestra de obras, atravesamos por el majestuoso salón central, que fue proyectado por Bernini, y que ocupa toda la altura del edificio. La bóveda está decorada con el monumental fresco de Pietro da Cortona, El triunfo de la Divina Providencia, una de las obras cumbres del ilusionismo barroco, y si una vez más en el centro aparecen las abejas del escudo de la familia Barberini… y para finalizar la visita descendemos por la escalera helicoidal de Borromini con la que terminamos esta visita.


Via delle Quattro Fontane, 13